23 de junio de 2010

El enemigo


Mi juventud no fue sino un gran temporal
Atravesado, a rachas, por soles cegadores;
Hicieron tal destrozo los vientos y aguaceros
Que apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.
He alcanzado el otoño total del pensamiento,
y es necesario ahora usar pala y rastrillo
Para poner a flote las anegadas tierras
Donde se abrieron huecos, inmensos como tumbas.
¿Quién sabe si los nuevos brotes en los que sueño,Hallarán en mi suelo, yermo como una playa,
El místico alimento que les daría vigor.
-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo,
Y el oscuro enemigo que nos roe el corazón,

Crece y se fortifica con nuestra propia sangre


Las flores del mal de Charles Pierre Baudelaire

Una mota de polvo en el aire

Recuerda alma caída, pasos penitentes por el camino de la vida, que tú te impusiste la condena. Tú triste mortal, sangrante y sensible a las emociones, no puedes evitar llorar lagrimas de piezas nacaradas porque te equivocaste. Tras el ocaso, verás tu figura desmembrada, tu ojos opacos y tu esencia volatilizada. Y querrás alcanzar con tu mano mortecina el halo de luz que evite mis oscura desdicha.
Es el fuego que prende la nada, aquel que arde en el vacío. Donde no existe el oxigeno.

Y entonces, ardes... Pero mi centellas no inician la mecha de tu perdición. Estás en el infierno y por eso ardes, y yo miro desde a 3 metros como lo haces, estoy en el paraíso.

<<"Polvos" somos y en polvo nos convertiremos... Que el viento me lleve cuando no pueda caminar.>>

19 de junio de 2010

Descripción lógica de soledad

Té de canela, un piti y de fondo sonando "The sileance" de Alexandra Burke.



18 de junio de 2010

Perdidas afectivas

-¿Por qué la luz ciega mis ojos?
-Porque perdiste tus gafas de sol.

La esperanza debida



17 de junio de 2010

Dulce anonimato

Hacienda, ese lugar misterioso y lejano del que todos hablan entre Marzo y Junio, y que alguna vez en la vida nos toca pisar. Ese momento llegó para mí.
No me creeréis pero estaba nervioso (me volvía a hacer mayor, como cuando te atas los cordones por primera vez; o como cuando consigues escalar la montaña de escombros del descampado de tu barrio, igual me sentía en ese momento). Así que llegué me deje registrar y me senté a la espera de mi número (Z-161).
Me gustó la experiencia, no tanto de esperar, sino de imaginar la vida de la gente que allí se me exponía.
-Quizás estaban allí sólo para entretenerme- pensé yo. Cosa poco probable, pero quien me lo iba a discutir. Y como os digo, fue fantástico, miles y miles de anónimas personas entrelazándose entre sí en un vals sin música y con una coreografía asumida, perfecta y no practicada que no hacía movernos por la inercia lógica de la burocracia. Había gente de todo tipo, diseñadores gráficos, señoras con maridos al cual detestaban pero habían firmado su sentencia de muerte allá por el 73 y no había vuelta atrás, había uno que me miraba, había funcionarios (estos no daban mucho juego a mi imaginación), había hasta un marinero y una bailarina retirada que en sus tiempos de juventud lleno el Moulin Rouge pero no aguanto el éxito y se tuvo que venir a Madrid a criar tulipanes en la Calle Arenal (aunque después de configurar su vida me di cuenta que no sé dónde iba, la pobre mujer a cultivar tulipanes en esa calle).
Pasé una hora allí entre gente desconocida, y se me fue volando. Quizás cuando me aburra me de una vuelta por Hacienda...

(Por cierto, ya soy uno más para el Estado. Ya he declarado.)

16 de junio de 2010

PodARTE y que aun te crezcan las ramas


Cuál es la definición exacta de arte:
Qué es el arte.
Arte serías tú (imitando a Becquer).
No puedo hablar de lo que no sé,
sólo sé que puedo sentirlo.



Si quiero podar tu alma, y tú te quedas sin hojas, tendrías frío. Pero nacerían tus ramas fuertes y sanas.
Pues, podame...

Comienzos: Principios inestables.

Recordáis cuando nacisteis, esa sensación a nuevo que te impactaba en los sentidos dejándotelos saturados. El primer destello de luz, el primer sonido ininteligible que llegó a ti, el frío existencial que se inicia con la vida y acaba con la llegada de la cultura; e inevitablemente el primer llanto y el primer grito. Pues así es mi experiencia ante vosotros, cauta y desorientada experiencia.

Creo, asumo y me lo creo, que no debo lacerar mi alma con los cuchillos oxidados del pasado, que debo escribir (pues así siento que estoy vivo) sobre las cosas que aún están en mi vida y dejar de nombrar aquellas que no. Me veo capaz, poco a poco recobro las ganas, la necesidad, el deseo de volver a escribir. Y sí, lo haré.

Y no sé como se encaminaré esto, si alguien lo leer o no, pero simplemente escribiendo me siento a gusto. A gusto conmigo y con aquello que me rodea y no puedo tocar, aquello que se escapa al control de mi propia razón, mis propios contradictorios sentimientos.