17 de diciembre de 2012

Indigo: el color de los vaqueros.

El invierno en una silla.
Tres gotas de risa en tu barbilla. Y una a punto de evaporar.
Por el suelo una sombra que asemeja un ratón, le sigue otra con ojos negros, carbón. Una se llama rabia y la otra amor; no sé distinguir qué mascota me mordió.
La pared destiñe recuerdos.
Clavé sonrisas en forma de polaroid sobre la tristeza de un domingo sin paseo por el Retiro. Aún sin mano que agarrar, las flores me miran de reojo. Tienen miedo, las voy a arrancar.
Muerdo el tiempo en tus ojos. Y las pestañas se hacen telarañas en mi cama.
Indigo eran tus ojos en mis vaqueros… Los sábados sin futbol.
Bermellón, fresa, y desayuno en la cama.
Se muda el invierno a tu nariz. Se cristalizan mis corneas, te amo bajo cero, te odio sobre todo.
Tu nombre se me escapó por la ventana. Qué lejos vuela, qué cerca dejó el nido.
Otoño.


No hay comentarios:

Publicar un comentario